miércoles, 25 de enero de 2012

SALCHICHAUTO

SALCHICHAUTO
BILBAO Y SU AUTO LOCO
Puede que nos enamoráramos de Penélope Glamour o de Pedro Bello, según géneros, gustos o cadencias. Y que nos riésemos con Pierre Nodoyuna y su compañero Patán. Pero el “Auto loco” por excelencia en Bilbao, era el Salchichauto. Seamos sinceros, tenía un punto al Papa Móvil, mucho antes de que existiera. Lo digo, por aquello de que llevaba a un hombre de pie en su parte trasera. Que no repartiría papales bendiciones, vale. Pero expendía bocatas, que provocaban sonoras exclamaciones.-¡Lleva dos salchichas!-gritaba sorprendido el cliente. A lo que Pedro, no el Bello sino el Abajo del Río, respondía decidido-¡Es que menos, no da ni para un diente!-. Luego estaba el sabor. Si el Salchichauto hubiese aparcado en Nueva York, los carritos de Gotham hubieran pasado a mejor vida. Va a comparar usted el sabor de los bocatas de Pedro con los plastificados de esas tierras. Tanto por producto, como por tratamiento no tienen parangón.-Están de cine-sentenciaba la parroquia bilbaína en su día. Normal. No en vano, solía aparcar a la vera de uno. Porque lo del Salchichauto no era solo un bocata. Era, un placer de película. Y, siempre, con final feliz.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

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