lunes, 26 de marzo de 2012

AZUL BILBAO

AZUL BILBAO

SANGRE AZUL

La gente se agolpaba curiosa, en la puerta de la tienda. Intenté adivinar lo que sucedía. Logré ver a un hombre en el mostrador y ante él, un desesperado dependiente. La cara del empleado mostraba angustia y un cierto grado de enfado. Pero, sobre todo, era el vivo reflejo de la duda.-¿Qué pasa?-peguntó un mozo intrigado-Dicen que un hombre ha pedido algo y no le entienden-respondió una señora, con vestido de vivas flores.-¿Y por qué no le entienden?-gritó un niño, hacia las caras de los mayores-Porque será extranjero-apuntó un señor de gafas oscuras y grandes bigotes.-Seguro que americano o ruso-comentó una chica con trenzas.-¡Pues menuda cola está montando!-Sentenció un jubilado de esos que no tienen que hacer nada y que siempre tienen prisa. Pero no. No era americano. Tampoco ruso. Era de Bilbao. Del centro, centro. Y solo quería que le vendieran un bote de pintura. Se había desplazado a vivir a Madrid y quería pintar la casa del color de su alma botxera. De azul. Pero no de un azul cualquiera. Cobalto, añil y blanco titanio. Sangre Azul. El color que ofrece el cielo del Botxo cuando, tras un día de lluvia, se unen tarde y noche y las nubes se alejan, otorgando perfecto broche. El azul Bilbao. El que no se puede explicar, aunque nos tiremos todo un día. Que se lo pregunten sino, al empleado de la droguería.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

miércoles, 21 de marzo de 2012

Bollo de Mantequilla

BOLLO DE MANTEQUILLA

BOLLO SIN NOMBRE

El niño, que hoy es hombre, se comía el azúcar espolvoreado antes de tocar la mantequilla. Lo hacía con precisión milimétrica. Utilizando, tan solo, la punta de la lengua. Como si de un afilado lápiz se tratara. Capturando, uno a uno, los minúsculos dulces de cristal. Después, lamía despacio el borde lateral. Con respeto. Evitando penetrar demasiado hondo. Lo justo, para definir la línea de las paredes. El final del proceso dependía del momento y la compañía. Y por compañía me refiero al resto del menú. Como más le gustaba, era untado en chocolate recién hecho. Orgía de sabores. Pero, otras veces, el chocolate se apretaba en onza y se acomodaba en la cremosa cama blanca. Su madre optaba por darle discretos mordiscos. Siempre limpios y medidos. Intercalados, entre sorbos de café con leche. Muy de señoras. Muy caliente A veces con azúcar, otras con sacarina. Su hermano, en cambio, lo abría impúdicamente. De par en par. Para dar buena cuenta de la frágil mantequilla, antes de tocar el bollo. Entonces no lo sabía. Pero aquél manjar era villano. Y fiel a su tierra, añado. Resulta extraño que no triunfara en otras. Puede que haga falta que la lluvia golpee los cristales de una vieja cafetería, para entender todo su duende. Pero hay algo que no se comprende. Un día nostálgico y orgulloso, el niño que hoy es hombre, lo llevó consigo a otras tierras. Y triunfó a la primera. Por lo tanto puede que el bollo de mantequilla, simplemente, no quiera ser famoso. De ahí que no tenga ni nombre. Es lo que tiene ser único. Es lo que tiene ser grande.

Jon Uriarte y Tomás Ondarra

martes, 13 de marzo de 2012

SAN MAMÉS. LA CATEDRAL

SAN MAMÉS

LA CATEDRAL

LA CATEDRAL DE LOS SENTIMIENTOS

La llaman Catedral del futbol. Pero se quedan cortos. En San Mames, cabe mucho más que futbol. Por tener, tiene hasta su propia atmósfera. Esa que te da la vida, con solo respirarla una vez. Incluso si no has estado, te mueve pulmón. Aunque solo sea para suspirar. Por haber estado y no estar. O por no haber estado nunca y no poderla visitar. Nació un año 13. Dicen que es mal número si no crece. Por eso sigue ella expandiéndose. Más allá de lo físico, hablo de lo metafísico. Porque ni Aristóteles podría entenderla. Siendo campo cerrado, abre mente y espíritu. En ningún lugar del mundo suenan los rugidos como en ella. Ni los goles. Tampoco el aplauso al contrario. Ni siquiera el cántico al propio. Porque la Catedral no es un campo. Ni un estadio. Es otra cosa. En ella hemos visto ganar ligas y pasear copas. Hemos llorado y reído, varias veces, por cierto, en un mismo partido. Nada raro. Pero no me pregunten por el nombre de quienes se sientan a mi lado. No hace falta saberlos. Porque San Mames nos quiere así. Todos uno. O mejor dicho, una. Que al fin y al cabo, somos familia. Por eso nos envidian los rivales. Por eso luce imponente, a punto de ser centenaria. Y por eso da igual dónde la pongan. La Catedral seguirá siempre en el mismo sitio. En el corazón y en la memoria. Entre las pocas cosas de la vida, que de verdad merecen la pena.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

miércoles, 7 de marzo de 2012

SANTO SAN MAMÉS

SANTO SAN MAMÉS

EL SANTO QUE SUSURRABA A LOS LEONES

Lo que son las cosas. Tantos años acudiendo a su vera y nunca me había fijado en el sorprendente detalle. San Mames, es un “chuleta”. Santo, sí, pero va sobrado. Basta con mirar su pose, para comprobarlo. Hasta el león aguanta estoico el desdén del muchacho. Que, por cierto, más que fiera parece gato. Será por aquello que de la osadía juvenil a todos abruma. Y no solo cuando la luce el santo. Es la misma que exhiben y pasean, quienes visten la mítica zamarra del Club. La roja y blanca. La eterna. La que recorre la alfombra verde del templo sagrado. La que adopta como propia, la concurrida y variada parroquia. Haciendo del Athletic, una compacta familia. Esa osadía presenta el santo en la reliquia. Pero en seguida descubrió San Mames, que aquello no era vida. Cierto que, a veces, le daban sonoras alegrías. Pero otras, sufría dolorosas sangrías. Fuera por méritos del contrario o deméritos del propio. Incluso, a veces, por culpa del colegiado o de esa diosa, griega y pecadora, a la que llaman Fortuna. Así que tuvo que colgar la aureola una tarde y remangarse. Para ayudar el domingo y el sábado que se viste de domingo. No les digo nada, cuando se pasó a jugar todos los días. Que si ese penalti, que si ese poste, que si un gol, que si beste bat. Y él pensando, “En mala hora no me dejé comer por los leones”. Y es que, el futbol, exige demasiados milagros.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

martes, 6 de marzo de 2012

PICHICHI

PICHICHI

EL REY GOL

Fue hombre antes de ser leyenda. Y jugador antes de ser trofeo. Su nombre empieza con “R” de red y termina con “L” de gol. Normal que, Pichichi y el gol, sean uno. Hablo en presente, porque el mito tendrá tumba, pero no tiene descanso. Es la suya una eternidad, que nace al morir. A veces antes. Como le pasó a él. Ya era icono, cuando calzaba botas. En el barro del rectángulo de los sueños, construyó las mejores ilusiones. Las propias y las ajenas. A tanto llegó su arte, que atravesó el tiempo y el espacio. Haciendo que su nombre sonara a grito. Ese que sale de las entrañas y fluye por la garganta. Ese, que bautizaron “goal” y nosotros llamamos gol. Palabra inglesa, que le gusta usar al botxero. También al resto de los bizkainos. Y al vasco en general. En realidad, a toda gente de bien con ganas de alegría. Por eso, al recordar a Pichichi, sonreímos. Porque lleva retranca. Nunca pasó desapercibido. Sus tantos estrenaron marcadores, campos y catedrales. Alegraron los afines corazones y tocaron otra cosa, en los ajenos, que también acaba en “ones”. Fueran jugadores, entrenadores, directivas o aficiones. Porque siempre le envidiaron. Por genio y por ingenio. Por clase. Hasta en el irse tuvo arte. No pudo intoxicarse como los pobres, no. Lo hizo con ostras, como los reyes
Jon Uriarte y Tomás Ondarra

lunes, 27 de febrero de 2012

TONETTI

TONETTI

FILÓSOFO DE NARIZ ROJA

Las cenizas de Tonetti fueron lanzadas a nuestras aguas. A la ría. Que no deja de ser, según la RAE, “una penetración que forma el mar en la desembocadura de algunos ríos”. Pero también es el “imperativo del verbo reír, tercera persona del singular”. Y algo de imperativo tiene la risa.-Ría usted, por favor, aunque no ayude el entorno-. Con Tonetti comprendimos que la vida tiene doble cara. Risa y llanto. Un circo ambulante. Donde una cosa es la pista y otra los bastidores. La procesión va por dentro. Sabía el payaso bilbaíno, nacido cántabro, que de la risa al llanto apenas hay una mueca. Circo y mundo no paran de girar. Por eso, no hay más remedio que pintarse la cara y salir otra vez a pista. Por eso nos sentimos orgullosos de ser de un lugar que levanta estatuas a payasos. Confiéselo. A usted también le pasa. Cada vez que un bilbaino atraviesa el parque de los patos, devuelve el saludo a Tonetti. Porque no es lo mismo hacer el payaso que ser payaso. Para lo primero basta con ser torpe. Para lo segundo hay que ser muy grande. La de Tonetti no es solo la estatua a un payaso, sino a una filosofía de vida. La de un Bilbao que siempre supo poner, ante los problemas y las adversidades, buena cara y mejor sonrisa.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

viernes, 24 de febrero de 2012

PASTEL DE ARROZ

PASTEL DE ARROZ

PASTEL MENTIROSO

Nunca nos quedó claro qué llevaba Caperucita en la cesta, ni por qué el lobo la quería. Para mí, que era un pastel de arroz. Tamaño cuento, añado. Con su moraleja y su todo. Porque lo de este dulce es digno de reflexión. No sé si saben, que necesita un día completo para nacer. Con su mañana, su tarde, su noche y su amanecer. En ese tiempo, crece un centímetro. De seis pasa a siete. Y alcanza su esplendor. Como sus hermanos “el ruso”, “la carolina” y “el bollo de mantequilla”, su poder muere más allá de Altube. A veces, traspasa la línea. Pero poco. No sea que le cojan cariño y no pueda regresar algún día. Al fin y al cabo, sabe que es único. Tanto, que puede triunfar sin ayuda de otros. Solo ante el peligro. O ante la gula. Porque este pastel no se come por hambre. Que lo sacia. Sino por placer. Que lo asegura. De ahí que el lobo lo desee y Caperucita lo proteja. Morderlo proporciona tal cúmulo de sensaciones, que no hace falta nada más. Quizá un sorbito de café con leche. Pero por tragar, que no por necesidad. Aun así, no hace ascos a formar en caja junto a otros. Un pastel con forma de cesta y sabor a fábula. Al fin y al cabo, lleva cuento. Y, además de moraleja, sabrosa mentirijilla. Pero se le perdona. Porque no llevará arroz, pero lleva patria.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

jueves, 23 de febrero de 2012

GRILLOS


GRILLOS

CONCIENCIA SIN PEPITO

No sé si saben que los grillos, además de ser conciencia pinochesca, pueden servir para calcular la temperatura ambiente. El total de grados centígrados será igual al número de cantos por minuto, dividido entre cinco y restando nueve al resultado. Ahí queda eso. No será la de la relatividad, pero la fórmula tiene su aquél. Una advertencia: Los grillos de Bilbao no hacen cri-cri. Al menos, no como los del campo. Puede que sea porque no son machos buscando hembra. O porque no lo necesitan. Les basta con tumbarse en un plato para atraer al personal. Tanto a ellas como a ellos, que igual le da. Comensales, me refiero. Porque serán de aspecto humilde, pero tienen mucho éxito entre la parroquia bilbaina. Cómo será la cosa, que podríamos sentenciar, aquí y ahora, que es el más autóctono de nuestros pintxos. La difícil sencillez hecha bocado. Un poco de verde, un poco de blanco y un toque amarillo. Sus tres colores básicos. La lechuga, le da frescura. La cebolleta, picante dulzura. Y la patata, seriedad y contundencia. Lo suyo es comerlo entero. De una vez. Cerrando dientes y tirando de palillo. Que no es pintxo que exija paciencia. Si no cabe en boca, será problema del cliente o exceso del tasquero.-¿Vamos a por grillos?-Quien escuche esas palabras en Bilbao, que no crea que va al campo. Va de bares. Tampoco es tan raro. Al fin y al cabo, no deja de ser senderismo.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

miércoles, 22 de febrero de 2012

VASO DE VINO

VASO DE VINO

EL CÁLIZ DE LOS TXIKITEROS

Tan macizo, como engañoso. Tan singular, como popular. Así era, alguno queda, nuestro famoso vaso de vino. Y digo nuestro, porque carajo importa dónde nació o quién lo creó. Lo que vale, es dónde reinó. Y lo hizo, ahora menos, en los bares y tabernas de ese cráter siempre despierto, hasta cuando duerme, llamado Bilbao. A diferencia de otros cálices, este nunca se acompañó de alimento sólido. Ni un triste mendrugo de pan. Ni una miga. De primero vino, de segundo vino y de postre, vino. El menú del txikitero. Llevaba, eso sí, banda sonora. La de las bilbainadas. Cantadas cerradas, pero abiertas al mundo. Y mucha historia. La de los “susedidos botxeros”. Servía para brindar por todo y por nada. Decían los críticos, que era mucho cristal para tan poco espacio. Qué sabrán ellos. Lo suyo era arraigo y punto. De ahí la gran base. La justa y necesaria, para asentarse en esa tierra inquieta llamada barra. Y de paso, ayudar al tasquero en las cuentas. Poco vino, pero lucido. Ofreciendo un trago noble. Rotundo. Solitario. Como mucho dos, para el principiante o para quienes andan desentrenados. Después, un golpe con el culo en la barra y a por otro bar. A por otro cáliz. A por otra ronda.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

martes, 21 de febrero de 2012

TXUPINERA

TXUPINERA

LANZADORA Y LANZADERA

Si el pregonero luce amarillo, ella presume de rojo. Pero no de uno cualquiera. Sino de famoso General. Zumalakarregi. Por aquello de las dos caras de Bizkaia. A diferencia del vocero de la fiesta, hablo del Pregonero, el de Txupinera es cargo de pocas palabras pero intensas. Lo suyo es más el ruido. El que nace silbido, para luego ser trueno. El del cohete que lleva mucha pólvora y aun más ilusiones. No es casualidad que sea ella quien lance el proyectil. Siempre fue la mujer quien mejor maneja los cohetes. La pólvora en mano y maniobra masculina, tiende a ser beligerante y a llevar peligrosa inquina. De hecho, la Txupinera es más terrenal. Prescinde de pomposos gorros y opta por txapela. Igual de elegante, pero más popular y callejera. Percha y botafuego lleva por instrumentos y una makila de roble, con alabado fundamento. Que una cosa es ser discreta y otra no mandar. Y ella manda. Mucho, además. Porque nos marca los tiempos. La cuenta atrás o la cuenta hacia delante, según se vea, para la semana más grande. Que su cohete no nos llevará a la luna. Pero nos la acerca nueve días.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

lunes, 20 de febrero de 2012

martes, 7 de febrero de 2012

TXIMBOS

TXIMBOS

A VISTA DE PÁJARO

No fue uno, sino muchos. Tantos, como habitantes tuvo la Villa. Siempre pequeños, siempre botxeros. Será por aquello de que Bilbao, desde el cielo, más que urbe parece nido. Va a ser eso. La respuesta al misterio y la razón de tanta visita alada. Eso, y que nuestro suelo siempre tuvo buen olor y mejor bocado. Fueran restos de bocatas, de patatas o de palmeras y barquillos. Fue tan popular su figura y tan eficiente su volar, que aterrizaron en el valle de las palabras. En ese árbol, que llaman diccionario. Pero no de cualquier lengua. Sino de esa oficiosa que se llama bilbaina y que a nosotros nos parece preciosa. Una vez en ella, dieron su nombre a jabones, a carabinas y a barcos. Y ya puestos, como estaban de ronda, nos otorgaron gentilicio alado. Ese que llevamos desde entonces, a mucha honra los bilbainos. Sea Chimbo o Tximbo, el bilbaíno, si es con diptongo, sabe que el suyo es rango de ave. Pero no de una cualquiera. Sino de aquella que, vaya donde vaya, sea en primavera o en verano, en otoño o en invierno sabe que cuando vuelva, le estará esperando el nido. Ese que llaman Bilbao y del que, por mucho que vueles lejos, en el fondo nunca te has ido.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

lunes, 6 de febrero de 2012

TURRONES IVAÑEZ

TURRONES IVAÑEZ

LA CASA DEL TURRÓN

Hay títulos que se ponen sin medida. En el caso que nos ocupa, es todo lo contrario. Se pecó de humildad. Y mucho. Porque aquello no era portal, sino casa. Y si me apuran, hasta mansión. No tanto por el continente, que no, sino por el contenido. En este rincón de Bidebarrieta el olor a turrón todo lo envolvía. Paredes, suelo y aire. De ahí que la chiquillería recorriera calles y callejones, esquivando charcos y piernas de mayores. Buscando el camino, a golpe de nariz. No era fácil, créanlo. Porque aquél puesto, oda al dulce, era de carácter inquieto y espíritu movido. Todo fuera por sobrevivir y crecer. Pero acabábamos por encontrarlo siempre. Incluso llegamos a hacerlo, bajo la lluvia de Diciembre. Porque mazapanes hay, hubo y habrá muchos. Pero con cuerpo de pequeño perro y sabor a nube, pocos o ninguno. Al menos, como aquellos que aquí refiero. Cierto que ayudaba al encantamiento el peculiar entorno. Gente con castañas asadas, globos de calzados La Palma y bolsas de una y mil tiendas. El universo habitual de un garabato llamado Siete Calles. Allí decidió Don Miguel dar cobijo a sus figuras de Jijona. Que no será el famoso de Belén, pero un portal de Bilbao es buena opción también.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

viernes, 3 de febrero de 2012

TRUFAS DE ARRESE

TRUFAS DE ARRESE

MARIPOSAS DE BILBAO

No me digan que no son mariposas. Al menos, a mí me lo parecen. Antes de desenvolverlas tienen dos alas. Eso se ve a simple vista. Y una vez desprendidas, cae polvo al tocarlas. Puede ser cacao o azúcar, pero polvo fueron ayer, hoy y siempre. Eso se nota aunque las abras deprisa. Cuenta Tomás, en la página vecina, que en Nueva York es por todos conocida. Servidor lo confirma. Y si hace falta, hasta lo firma. Es cierto que hay otras. Muchas, para ser sinceros. Unas artesanales. Otras industriales. Incluso son habituales, y muy buenas por cierto, las que se dicen son caseras. De ahí que su lograda fama, no sea asunto baladí. Que cuesta lo suyo triunfar en la bombonería. Y más, en el mundo de las trufas. Pero, no siendo dulce original, le pasa lo que a la boina. Que llegó a Bilbao de fuera y en casa pasó a txapela. Pregunta ahora por ahí, si no es esa prenda botxera. Pues lo mismo sucede con la trufa. Lleve consigo una, más allá de nuestra tierra. Dé a probar una de ellas, y nadie le dirá que nos sea ajena. Porque guardará en su seno chocolate, nata, naranja o café. Pero llevará también sabor, de eso doy fe, a esquina de Gran Vía.

Jon Uriarte y Tomás Ondarra

jueves, 2 de febrero de 2012

TROLEBÚS

TROLEBÚS

UN BILBAINO SOBRE RUEDAS

Desconozco si llovió o fue un día soleado. Solo tengo claro que tuvo lugar el 20 de Junio de 1940. Arrancaba el primer viaje del Trolebús. Su recorrido, Santiago-Misericordia. Toda una aventura. La primera de esas características en la Península Ibérica. Ahí es nada. Desapareció en 1976 y hoy solo sobrevive en viejas fotografías. Aunque aún quedan sus huellas. No estarán en las calles, pero si se fijan, podrán todavía verlas. Basta con buscar en los recodos de la memoria. Allá donde se encuentran los viejos sonidos y los añorados sabores. De los segundos mucho hemos hablado en este laminado recorrido botxero. Pero nos faltaban los sonidos. Como el del cambio de raíles o el de la ruidosa catenaria, cuando giraba el trolebús en su recorrido. Y luego estaba el color. Rojo intenso. Rojo inglés. De ese que heredaría después el autobús de dos pisos, ya huérfano de cables. Esto que cuento es tan cierto como que hay noche y día: Hubo un tiempo en que Bilbao fue museo viviente del ferrocarril, del automóvil y del autobús. Y entre sus preciados tesoros, lugar de honor ocupó siempre el trolebús.

Jon Uriarte y Tomás Ondarra

miércoles, 1 de febrero de 2012

LOS TRICICLOS DEL PARQUE

LOS TRICICLOS DEL PARQUE

CENTAUROS DE BILBAO

Centenario y de estilo romántico era su recorrido. Muy frondoso y aun más colorido. Por tener hasta tenía, aun tiene, su propio mar interior. Nació de la generosidad de Doña Casilda Iturriza y de la mente del arquitecto Ricardo Bastida y el ingeniero Juan de Eguiraun. Lo que denota origen de alta alcurnia. Que no es cuestión de pedalear por pedalear. Y menos, en un recorrido vulgar. Era la carrera de entonces, prueba completa y variada. Con etapas entretenidas y barquillos y bocatas por avituallamiento. Todos sus puertos eran de primera. Allí segundones, nunca había. Que eso es de gente sin fuste. Por culote, pantalón corto y por maillot, flamante tabardo. En lugar de bicicleta, tirábamos de oxidados triciclos. Que aportaban equilibrio y añadían señorío. Pedalear en ellos no solo acercaba destinos. También enseñaba a elegir buen camino. Que la vida no es sino un mover rueda, a golpe de esfuerzo e ilusiones y a merced de la suerte y las condiciones. Por eso fuimos centauros, antes de ser mayores. Porque hay que vivir fantasías siendo niño, para enfrentarse después a las realidades.

Jon Uriarte y Tomás Ondarra

martes, 31 de enero de 2012

TRANVÍA

TRANVÍA
UN METRO CON VISTAS
Tiene un poco de tren y un mucho de gusano loco. De ahí que, como la famosa atracción de feria, el tranvía enloquezca a la chiquillería. Porque, siendo transporte, parece un juguete grande. Y de espíritu festivo, añado. Da igual que uno vaya a trabajar a la otra punta o allí arriba. La sensación nunca es de traslado, sino de viaje. Con un recorrer sinuoso, que nos descubre un Bilbao, cada vez más hermoso. Al fin y al cabo, es el hermano mayor del suburbano. Y se nota. Porque eligió sitio primero. Como sucede en asuntos de literas. –yo arriba, que siempre fue así. Incluso cuando no estaba, me guardaron sitio-le dijo al Metro el orgulloso Tranvía. Por eso va tan digno por nuestras calles, con un pie en cada vía. Por eso y porque pasear por el Botxo da gusto. Solo hay un pero. Ya no tiene terraza. Esa a la que se subía el que no tenía billete o a esa hora no cabía. Ahora todo es más compacto. Más cerrado Pero eso no le preocupa al tranvía. De hecho si te acercas, entre tintineo y tintineo, te contará al oído su secreto- Entra dentro de mí. Porque, a través de mis cristales, se ve pasar la vida-.
Jon Uriarte y Tomás Ondarra

lunes, 30 de enero de 2012

THATE

THATE
LOS KAISER DE BILBAO
Los Thate son los Dalton de Bilbao. Pero en su caso, todos los hermanos son listos y honrados. Y, sobre todo, trabajadores. Hermann, Enrique, Karmentxu y Alfredo son hijos y nietos de maestros charcuteros. Llevan la parte alemana del mapamundi del Botxo. La Democrática y la Federal, que nunca hubo en su negocio muros ni fronteras. Producto vasco, estilo germano. Y a veces, viceversa. Que lo suyo es la fusión y, sobre todo, la unión. Cómo será su arte, que su pastel de carne en las ferias germanas ya es mito. “Ingeniería alemana, con ingenio vasco” responden ellos cuando les preguntan por su fórmula. Que no es cosa de contarla. Los Thate han logrado, incluso, rizar el rizo y bilbainizar el codillo. Como si la Ocktober Fest fuera fiesta de txapela, txistu y tamboril. Y eso, solo lo hacen los que tienen título de embajadores de ida y vuelta. Solo por este asunto, merecerían estatua ecuestre. Pero aun hay más. Según los tres hermanos, la salchicha de un Thate siempre es la más deseada. Por tamaño y materia. Y por los placeres que ofrece. La hermana sonríe al oírlo y nunca dice nada. Porque sabe que el negocio con humor, se lleva mucho mejor.
Jon Uriarte y Tomás Ondarra

viernes, 27 de enero de 2012

SOMBRERERÍA GOROSTIAGA

SOMBRERERÍA GOROSTIAGA
ELEGANCIA MEDIO “LAU”
Con gran vuelo y mejor caída. Así es la txapela de Bilbao. Que la boina es muy digna, pero cuando es txapela ilumina. Que se lo digan a Baroja. O a Unamuno. Como decía este último, “Es prenda honrada que nivela”. Puede llevarla el joven y el anciano. El obrero y el señorito. Pero cuidado, que toda boina es txapela, pero no toda txapela es boina. Así lo apuntó Resurrección María de Azkue atinado y en su día. Recordándonos oportuno, que el vocablo siempre significó “sombrero”. Por eso no es erróneo que, en una sombrerería, la reina sea la txapela, en versión boina bilbaina. Pocas prendas han logrado vestir a tantas cabezas. También hacen gorras y sombreros, quede claro, en el histórico local. Son para damas y caballeros, que quieran llevar testa a cubierto. O para artistas con noches de gala y para obreros de pico y pala. Muy elegantes, por cierto. Doy fe. Pero Carpentier, siendo francés, luce en el escaparate txapela botxera. Porque sabe el botxeador, que tan malo es llevarla a rosca como no llevarla. Lo suyo es buscar el perfecto equilibrio. Por eso, en Bilbao, la llevamos medio “lau”.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

miércoles, 25 de enero de 2012

SORTEO DE LÁMINAS

http://www.alhondigabilbao.com/es/honews-n12

SALCHICHAUTO

SALCHICHAUTO
BILBAO Y SU AUTO LOCO
Puede que nos enamoráramos de Penélope Glamour o de Pedro Bello, según géneros, gustos o cadencias. Y que nos riésemos con Pierre Nodoyuna y su compañero Patán. Pero el “Auto loco” por excelencia en Bilbao, era el Salchichauto. Seamos sinceros, tenía un punto al Papa Móvil, mucho antes de que existiera. Lo digo, por aquello de que llevaba a un hombre de pie en su parte trasera. Que no repartiría papales bendiciones, vale. Pero expendía bocatas, que provocaban sonoras exclamaciones.-¡Lleva dos salchichas!-gritaba sorprendido el cliente. A lo que Pedro, no el Bello sino el Abajo del Río, respondía decidido-¡Es que menos, no da ni para un diente!-. Luego estaba el sabor. Si el Salchichauto hubiese aparcado en Nueva York, los carritos de Gotham hubieran pasado a mejor vida. Va a comparar usted el sabor de los bocatas de Pedro con los plastificados de esas tierras. Tanto por producto, como por tratamiento no tienen parangón.-Están de cine-sentenciaba la parroquia bilbaína en su día. Normal. No en vano, solía aparcar a la vera de uno. Porque lo del Salchichauto no era solo un bocata. Era, un placer de película. Y, siempre, con final feliz.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

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martes, 24 de enero de 2012

PUPPY

PUPPY
UN ESCOCÉS VINO A BILBAO
No se llamó siempre Puppy. A veces fue Lagun, Boss, Milú, Blanquito o Troy. Tantos nombres tuvo, como estrellas hay en el cielo. Tampoco fue un West Highland Terrier todo el tiempo. Pudo ser caniche, pastor alemán, bóxer o simplemente, callejero. Pero todos ellos están en Puppy. Por eso es tan grande. Por eso es tan soberbio. Quince toneladas de sentimiento. Me lo contó una tarde, un niño en Mazarredo. Su perro se había ido para siempre. En trece años, solo le dio un disgustó. No ser eterno. Al principió el niño lloró amargamente. Pero fue antes de saber la verdad más evidente. Que los perros de Bilbao no se quedan en la Tierra, ni tampoco van al Cielo. Tampoco es el Limbo su lugar, tras hacerlos enterrar. Ni viven reencarnados, tras ser incinerados. Los chuchos del Botxo, tienen más categoría y mejor acomodo. Ser todos uno. Para formar un campo santo, sin necesidad de cementerio. Donde las flores huelen a vida y están siempre en movimiento. Donde perro y arte son amigos. Y, de paso, compañeros. Así me lo contó aquél niño. El que cada noche se asoma a la ventana, para ver a su amigo. Sabe que Puppy nunca se ira. Por eso no lleva collar. Por eso será eterno.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

lunes, 23 de enero de 2012

POLVORÓN FELIPE II

POLVORÓN FELIPE II
APLASTANDO A UN REY
Dicen que fue homenaje lo del nombre. Pero verte estrangulado y aplastado, a veces con saña, para después ser devorado, no debe de ser plato de buen gusto. Salvo si se es polvorón y monarca. No haré chistes de dobles sentidos por aquello de que, hablando de reyes, el polvorón solo tiene un sentido. Y los reyes también. Así que abandonemos el cotilleo, para pasar a la sustancia. La que llena la boca de esplendor sin necesidad de ser cuantiosa. Un bocado basta para entender la magia. Esa que lleva harina, manteca, azúcar y almendra. La que se envuelve en fino papel, a base de doble trenza y se aprieta con la palma, para darle consistencia. Quizá de ahí le venga el nombre. Al fin y al cabo, Felipe II, era conocido como “el Prudente”. Y prudencia hace falta para comer un polvorón. No sea que la cosa se rompa y acabe por los suelos o en la solapa. Fina metáfora la de este dulce, que no deja de ser como un imperio. Una frágil unión que, por mucho que aprietes, siempre se rompe.
Jon Uriarte y Tomás Ondarra

viernes, 20 de enero de 2012

PINTXOS MORUNOS

PINTXOS MORUNOS
ÁFRICA EN UN PINTXO
Si uno de Bilbao puede nacer donde le da la gana, que es discutible, en Bilbao podrá renacer quien le dé la gana, que se antoja más factible. Además, es lo justo. Y eso vale para personas, animales o cosas. Sean éstas últimas, objetos decorativos, complementos o alimentos. Basta con que entiendan dónde están. Tuvo el pincho moruno ese tino, para cambiar la “che” por la “txe”, al final del camino. Un recorrido que inició en la Melilla de Iturribide, para terminar, allí está aún, en el Iruña del Ensanche. Hamed es el padre, la madre y el espíritu de este producto singular. Porque es probar uno, y necesitar comer un par. Que dos siempre es buen número. Hasta para los pintxos. En el caso de los morunos, a Tomás le recuerdan a su infancia. A un servidor, a la fiesta. Fuera picante o no picante. Y me refiero tanto al bocado, como a la noche. En ambos casos, acompañado de trago largo y refrescante. Que no es cosa buena llenar la tripa sin mojar bien el gaznate. Y luego dirán algunos que no es un planeta Bilbao. Cómo no lo va a ser si, en un solo pintxo, lleva un continente “incorporao”.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

jueves, 19 de enero de 2012

PARQUE DE LOS PATOS

PARQUE DE LOS PATOS
EL PATO QUE NUNCA FUE FEO
-No sé que tiene ese cisne que no tengamos nosotros-Comentó susurrando un pato.-Puede que sea por el cuello, que luce en forma de ese-. Respondió el otro, tras pensar en ello un rato.-¡Veo que sois nuevos en el parque!-exclamó un tercero alado, desde el fondo del estanque. –Aquí, el famoso no es el cisne. Sino el pato-. Sorprendidas las dos aves, le pidieron al viejo ánsar nuevos datos. Y este les contó la historia del parque de Doña Casilda. –No será el Hyde ni el Central. Tampoco estará en Nueva York o en el Londres de Inglaterra-comenzó diciendo el pato. -Eso ya se ve, porque es tirando a pequeño y hablamos de poca tierra -dijo osado, el más novato de los patos.–Pues que las apariencias no te engañen, compañero-sentenció el viejo emplumado-No es uno grande por lo que ocupa, sino por la gente a quien preocupa-. Qué razón tenía aquél sabio ánade botxero. Porque la vida, pone a cada uno en su sitio. De ahí, y por eso, que en Bilbao un pato pueda alcanzar grado de noble. Para qué ser bello cisne o elegante pavo real, por lo tanto, si puedes tener un parque, siendo un pato normal.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

miércoles, 18 de enero de 2012

MOCEDADES

MOCEDADES
MUCHO MÁS QUE TÚ
Los Uranga no son una familia. Son una banda sonora. Siempre lo fueron. Desde que Amaya, Izaskun y Estíbaliz arrancaron con el trío fraternal. Incluso tiempo después, cuando se añadió testosterona y gravedad al asunto, aumentando “Voces” y añadiendo “Guitarras”. No les digo ya lo que fue, al pasar a Mocedades. Desde ese momento, fueron el sonido de lo propio. El orgullo de un rincón de Europa. Ese que sintió que el dos, puede ser uno. Al menos, en la Europa musical. Por eso cantamos con ellos, desgañitados ante la pantalla. Buscando el “tuelf points” y la gloria. Porque aquél “Tú” de eres, era “nosotros”. Por eso compramos sus discos. Para regalar tierra. Y por eso aprendimos inglés, y hasta latín, para seguir versos o temas. Llegados a este punto confesaré que, tras compartir sobremesa con ellos, ya nada es igual. Las cenas ya no son tan plenas, ni las voces tan buenas. Porque ellos no cantan. Tocan en lo profundo. Allá donde no llega el bisturí del cirujano. Al lugar, en el que se guarda el botón que enciende tanto la risa, como el llanto. Al fin y al cabo, siempre fueron familia. Hasta para romperse en Mocedades y Consorcio. Que nunca hubo una sin un roto. Por eso, repasar las fotos del grupo, es repasar las de la familia. Las de la suya y la nuestra. Que, en el fondo, son la misma.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

martes, 17 de enero de 2012

MARIJAIA

MARIJAIA
DAMA DE VIDA ALEGRE
Efímera es su vida. Pero a cambio, es intensa. Marijaia viene a ser la cara B de una Virgen. Adorada y respetada, sí. Pero no por estar en ningún santoral ni vivir en sagrado pedestal. Sino por aceptar en sus abrazos al foráneo y al local. Siempre sin preguntar. Siempre sin exigir. Sus dos únicos mandamientos son: “Disfrutarás las fiestas” y “Respetarás las del prójimo como si fueran las tuyas”. Más allá de la escueta tabla de normas, está su naturaleza. Es, lo que se dice, una dama de vida alegre. Por eso se va con todo el mundo de farra. Sea a los toros, a los concursos, a las barracas o a los conciertos. Por el Arenal o por el Ensanche. Entre txosnas o de hoteles. Porque no le preocupa el qué dirán. Y menos el qué pensarán. Sino el cómo lo pasaremos. El año que viene, me refiero. Que este ya es pasado. O un presente, tan intenso, que no deja tiempo para reflexionar. Por eso, apenas es ceniza, ya está pensando en ser cuerpo. Que es ella mucha hembra, para tan poco fuego. De ahí que cada año, agostado ya Agosto, asome en el Arriaga, teatral y emocionada. Es entonces cuando mira orgullosa al pueblo, abre los brazos al mundo y ofrece a la fiesta su pecho.
Tomás Ondarra y jon Uriarte

lunes, 16 de enero de 2012

ATHLETIC CLUB


ATHLETIC CLUB
WE ARE ATHLETIC

El Athletic es el aitite y el nieto compartiendo bandera. El bocadillo de ama o la bufanda tejida por la abuela. La bota del vecino y el abrazo con el desconocido. La lluvia racheada, entrando por Ingenieros. La mujer que de niña soñó con calzar botas y la hija que lo logró. El último domingo compartido entre padre e hijo, sin saber que sería el último. El primer beso íntimo, rodeados de 80.000 ojos. El escudo al atardecer, al fondo de una calle de bares. El puro fumado por uno, pero compartido por todos. El grito desesperado, la emoción desbordada, la lágrima suelta. Y el placer de placeres. El éxtasis. El rugido del león. El “A por ellos” y el “Beste bat” o el “Athleeeeetic” con bufandas al viento. Los primeros, cortos y rotundos. El segundo, arrastrado con sentimiento. Tal y como es la verdadera felicidad. Así es nuestro Club. De todos y de nadie. Tan singular en filosofía, como plural en seguidores. Tan respetado, como incomprendido. Hay equipos que hacen historia, el Athletic hace leyenda. Y todo, porque un día indeterminado, en un acuerdo no escrito, decidimos seguir un peculiar camino. Donde otros veían el final nosotros veíamos principios. Elegimos ser David cuando todos querían ser Goliat. A la utopía con la épica, pasando por Bilbao. En eso estábamos y aún estamos. Un acuerdo que se mantiene, pese a todo, entre millones de aficionados alejados en lo geográfico, lo político, lo cultural o lo social. Aquel día incierto, elegimos vencer menos pero ganar más. Y entendimos que el Athletic es una cuestión de familia. Lo del futbol, créanme, es secundario.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

ESCUDOS DEL ATHLETIC

ESCUDOS DEL ATHLETIC
BÉSAME POCO

No quiere besos. Prefiere respeto. Que la cosa lleve menos baba y más sentimiento. Así es el escudo del Athletic. Y así fue siempre. Desde que el mundo es futbol. Elegante diana azul primero y corazón rojiblanco después. Centenaria vida, de variados y geométricos aspectos. Bandera al viento o escudo quieto. A veces con balón y abrazando. Otras sin él, para ir avanzando. Luciendo azul o guardándole ausencia. Casi siempre mostrando puente y villa. Y, a veces, pareciendo insignia o hebilla. Como en el 10 y en el 13. Cuestión de modas. Incluso de colores. Cambiado el uniforme, repintó su alma blanca. Del azul al rojo. Y añadió árbol y un poco de verde. El de la tierra. El color de la esperanza. La del casi, la del año que viene, la del no importa mientras seamos y estemos. Tiene nuestro escudo, mucho de leyenda. No en vano, estuvo en todas las batallas. Desde que el planeta es balón y el futbol es redondo. Protegiendo a un equipo, a una afición y a un pueblo. Por eso no quiere besos. Que algunos son de Judas. Él prefiere respeto. Y compromiso. Con una forma de ser y de estar. Con un Club, nacido para ganar. Sean trofeos o aplausos. Sabe nuestro escudo que, como su hermana bandera, donde más luce es donde no hay viento. En el corazón del león. Donde el pálpito es noble y sincero. Por eso preferirá, ahora y siempre, el respeto al simple beso. Sea jugando en el verde, sentado en la grada o en el último rincón del universo.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

viernes, 13 de enero de 2012

LOS MITOS

LOS MITOS
LA DIFÍCIL SENCILLEZ
Ser de Bilbao y mito no tiene mérito. Es intrínseco. Pero subrayarlo a base de guitarra con cables, en la Villa de los sesenta, se antoja épico. Cuando no mítico. Tony Santiesteban solista, Carlos Zubiaga a la guitarra y los teclados, José Ignacio Millán al punteo, Paco García en la batería y Oscar Matía Sorozábal en el bajo. Cinco eran cinco, que para cuarteto ya estaban los Beatles. Comenzaron un tanto “Famélicos”, allá por el 66. Y, a base de acertadas notas, engordaron el orgullo botxero, para convertirse en grandes “Mitos”. En los setenta llegaría un maño, Fernando Brosed de nombre, para poner voz al grupo, tras la marcha de Tony. Esos son los datos. Pero el pentagrama de sus vidas tiene muchas más líneas. Tantas, como éxitos tuvieron. Cosa que no siempre fue sabido.-¿Qué son de Bilbao los Mitos?-preguntaba extrañado, más de uno y de una, cuando la radio les pinchaba. Pues sí, bilbainos y bilbainas, que se sepa hoy y siempre, que fueron los famosos Mitos un gran grupo botxero. En realidad, siguen siéndolo. Porque las canciones podrán durar tres minutos. Pero su recuerdo dura toda la vida. Basta con cerrar los ojos y abrir los oídos. De verdad, créanme, como dicen ellos, “es muy fácil, si lo intentas”.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

jueves, 12 de enero de 2012

LICOR DEL POLO

LICOR DEL POLO
TXIRENE ICEBERG

Don Salustiano nació en Briones, porque se le pasó nacer en Bilbao. Que andaba el hombre muy liado y pensando, ya entonces, en qué hacer tras la primera bocanada de aire. La que nos da la vida. Lo arregló viniéndose a vivir al Botxo en cuanto pudo. Una vez situado, montó un Balneario permanente en la villa. Su eslogan, “Baños hidroterapéuticos a la altura de los mejores de Europa". Doce bañeras de mármol tenía y dos cuartos de duchas, con agua caliente y fría. Pero no fue famoso por eso aunque, según dicen, tamaña empresa lo merecía. Sino por un licor que no emborrachaba, pero a todos agradaba. Sobre todo, a las narices del prójimo. Que al fin y al cabo era quien lo olía. Licor del Polo llamó al invento y así por todos es conocido. Lo que poca gente sabe, es que su inventor fue un hombre de carácter singular. Aun más fuerte, incluso, que el popular elixir polar. Ateo convencido, a su familia desheredó. Dicen, quienes de esto tienen datos, que fue porque eran beatos. Y él, no. Para nada, oiga. Era ver a alguien rezar y se ponía a blasfemar. Al fin y al cabo, podía lavarse la boca y borrar el olor a insulto cuando quería. A tanto llegó su convicción atea, que dejó dinero tras su muerte, para crear escuela de beneficencia. Siempre y cuando, eso sí, eliminasen la religión y apostasen por la ciencia.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

miércoles, 11 de enero de 2012

LA OTXOA

LA OTXOA
CUANDO LA RÍA SE HACE CARNE
De José Antonio a la Otxoa, hay la misma distancia que del río a la ría. Su apellido empieza con “N” de Nervión. De ahí que el cambio de género sea en ellos tan natural como fluvial. Depende de cómo vengan las aguas y de la hora del día. Algo que no gustó en tiempos pretéritos, a las mentes obtusas de manos rectas. Como sería la cosa antaño, que acabó en comisaría. Solo por ser diferente. Por buscar liberación, entre tanta opresión. Tamaña injusticia, le animó a tirar de sarcasmo e ironía. La Otxoa es a Nielfa, lo que Marleen es a Marlene. La mitad más famosa. La más nocturna y peligrosa. Pero una, no puede entenderse sin la otra. Ni Bilbao, sin ambas. Ella ha puesto himno a todo lo que somos y a lo que negaremos que alguna vez fuimos. Y él, José Antonio, la mantiene como una reina. No es cosa fácil. De ahí sus negocios y sus constantes sudores. Como todo buen amante, sabe que no hay amor más grande que el amor sincero. Cueste lo que cueste. Por eso la Otxoa se quiere. Porque se sabe irrepetible. Al fin y al cabo, siempre tiró del amor de los amores. Del amor propio. La Otxoa es el último juglar de Bilbao. Lo reconoceréis fácilmente. Va vestido de mujer y un hombre es su guía.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

martes, 10 de enero de 2012

LA LOCA DE ARRIKIBAR

LA LOCA DE ARRIKIBAR
MISTERIOSA PENÉLOPE
Dicen que la canción escrita por Perales, y cantada por Mocedades, no nació pensando en ella. Pues no será, pero lo parece. Otro misterio que sumar en torno a esta intrigante dama. Tampoco fue, por otro lado y a decir verdad, tan bello su estar, ni tan novelesco su desamor. Hay quien asegura que el hombre de sus ojos no fue verdugo, sino víctima. Que, ser querido sin querer, también duele. Además, hay quien pide que la olvidemos y pasemos página por el bien de ella y de los suyos. Que no debe ser plato de buen gusto llevar el San Benito de la locura. Pero, cuando la leyenda gana a la historia, la verdad es secundaria. Y, a veces, hasta nos molesta. Por eso sigue ahí. Sentada sola, en un banco del imaginario compartido. Esperando al amor que no llega, mientras teje su destino. Al fin y al cabo, si algo tuvo siempre, fue tiempo y lana. El final no fue el esperado. Pero tampoco es eso raro. Este tiempo prestado, que llaman vida, ni es lógico ni tiene sentido. Más loco es el que no persigue un sueño, que el que aguanta pesadilla. De ahí que la dama de Arrikibar no estuviera loca. Al menos, loca de amor. Porque eso, es paradoja. Ya que el amor sin locura, ni es amor ni da ternura.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

LA ALHONDIGA

LA ALHÓNDIGA
DE HYDE A JEKYL
La sangre reseca que impregna sus dedos se oscurece bajo las uñas. La víctima está a punto de llegar. Así que se sienta y espera. Las voces suenan cerca. Es un grupo. Mejor. También en eso es un asesino diferente. Los prefiere a las parejas o a los tríos. Decidido, sale de las sombras y ataca. El grupo se dispersa presa del pánico. Y su víctima se queda sola. La luz de la ventana se refleja en el filo, justo en el momento en que realiza una parábola lateral. Con un golpe seco, acaba clavándose en el estómago de la víctima. Todo ha acabado. Suena una sirena. Objetivo cumplido. Seis mujeres y cuatro hombres apuñalados y otros cien aterrorizados. Ha sido un buen día. Es hora de cambiarse y desmaquillarse. Le gusta este trabajo. Quién le iba a decir a él que un día acabaría haciendo de Jack el destripador en “El Pasaje del Terror”. Solo hay un pero. No hay forma de eliminar la pintura roja que se queda bajo las uñas. La verdad, es que parece sangre. Y, en el fondo, le gusta.
El Pasaje del Terror fue una atracción de feria que acogió La alhóndiga en 1988 y que aterrorizó a bilbainos y visitantes. Tras ser almacén de vinos y objeto de proyectos varios, el emblemático edificio acogió todo tipo de actividades. Hasta que, por fin, resurgió cultural y hermosa. Pero todos tenemos un pasado. Hasta las alhóndigas.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

lunes, 9 de enero de 2012

Entrevista Periódico Bilbao

JABÓN CHIMBO

JABÓN CHIMBO
POMPAS DE TOFFE
Tiene aspecto de caramelo. De Toffe para ser precisos. O de Toffee, puestos a ser puntillosos. Pero no le hinquen el diente. Es un consejo. Yo lo hice y aun me arrepiento. Porque el Chimbo no es jabón. Es “el Jabón”. El que ha frotado cuerpos y cabezas de varias generaciones. Daba igual que fueran ricos, clases medias o pobres. Nunca hizo distinciones. Lo suyo era rascar mugre, hasta dejarnos brillantes. Lograrlo no era fácil. Y por eso nos quejábamos los infantes.-Ay, vale, valeeeee!-protestaba el niño.-¡Si es que no sé dónde has metido estas rodillas!-argumentaba y criticaba la madre. Pero el jabón seguía a lo suyo. Sin inmutarse. Sin desgastarse. Conozco pastillas de Chimbo, que han vivido más años que muchas personas. Adquiriendo formas caprichosas. Desgastadas por los lados. Modeladas por el uso y el tiempo. Pero ahí siguen. Impertérritas. Dispuestas a seguir limpiando, allá donde les dejen. Incluso, si se tercia, pueden llegar a ser receta. Por ejemplo, para el acné y el grano traidor adolescente. Lo sabemos, certifico, algunos y algunas por experiencia. Le debemos triunfales citas por lograr buena presencia. Frota duro el Chimbo, eso es cierto. Pero, frota siempre con cariño.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

GUGGENHEIM

GUGGENHEIM
DE BILBAO, BILBAO
Siendo ausencia nos conocimos y ya entonces apuntaba maneras. Pero apenas tuvo esqueleto, desaparecieron las escasas dudas. Era como una gigantesca maqueta, que cada día era más bella. Es lo que sucede, cuando el arte envuelve al arte. Que se contagia de hermosura y debate, a partes iguales. Y más, cuando se elige buen sitio. No hablo solo del terreno. También está lo que lo ocupa. O lo ocupó en su día. Unas viejas vías y muchos contenedores, un pequeño parque y varios hangares, una concurrida gasolinera y algunos solares, una famosa clínica...y el Guggenheim. Porque siempre estuvo allí. Barco soñado por un pueblo, que buscaba nuevos rumbos. Muchas voces criticaron aquella aventura. Pero solo al principio. La mayoría, si no todas, se pegan ahora por seguir su estela. Siempre que me preguntan sobre si es mejor el continente que el contenido, respondo lo mismo. Quienes tuvimos el placer de subir a su techo sabemos que, esa, es su mejor parte. Porque desde allí arriba puedes ver en el horizonte el presente y pasado de tu tierra, mientras tienes bajo tus pies su futuro. El Guggenheim es la demostración de que, en la vida, es conveniente mirar hacia el frente sin dejar de mirar hacia el suelo.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte