martes, 31 de enero de 2012

TRANVÍA

TRANVÍA
UN METRO CON VISTAS
Tiene un poco de tren y un mucho de gusano loco. De ahí que, como la famosa atracción de feria, el tranvía enloquezca a la chiquillería. Porque, siendo transporte, parece un juguete grande. Y de espíritu festivo, añado. Da igual que uno vaya a trabajar a la otra punta o allí arriba. La sensación nunca es de traslado, sino de viaje. Con un recorrer sinuoso, que nos descubre un Bilbao, cada vez más hermoso. Al fin y al cabo, es el hermano mayor del suburbano. Y se nota. Porque eligió sitio primero. Como sucede en asuntos de literas. –yo arriba, que siempre fue así. Incluso cuando no estaba, me guardaron sitio-le dijo al Metro el orgulloso Tranvía. Por eso va tan digno por nuestras calles, con un pie en cada vía. Por eso y porque pasear por el Botxo da gusto. Solo hay un pero. Ya no tiene terraza. Esa a la que se subía el que no tenía billete o a esa hora no cabía. Ahora todo es más compacto. Más cerrado Pero eso no le preocupa al tranvía. De hecho si te acercas, entre tintineo y tintineo, te contará al oído su secreto- Entra dentro de mí. Porque, a través de mis cristales, se ve pasar la vida-.
Jon Uriarte y Tomás Ondarra

lunes, 30 de enero de 2012

THATE

THATE
LOS KAISER DE BILBAO
Los Thate son los Dalton de Bilbao. Pero en su caso, todos los hermanos son listos y honrados. Y, sobre todo, trabajadores. Hermann, Enrique, Karmentxu y Alfredo son hijos y nietos de maestros charcuteros. Llevan la parte alemana del mapamundi del Botxo. La Democrática y la Federal, que nunca hubo en su negocio muros ni fronteras. Producto vasco, estilo germano. Y a veces, viceversa. Que lo suyo es la fusión y, sobre todo, la unión. Cómo será su arte, que su pastel de carne en las ferias germanas ya es mito. “Ingeniería alemana, con ingenio vasco” responden ellos cuando les preguntan por su fórmula. Que no es cosa de contarla. Los Thate han logrado, incluso, rizar el rizo y bilbainizar el codillo. Como si la Ocktober Fest fuera fiesta de txapela, txistu y tamboril. Y eso, solo lo hacen los que tienen título de embajadores de ida y vuelta. Solo por este asunto, merecerían estatua ecuestre. Pero aun hay más. Según los tres hermanos, la salchicha de un Thate siempre es la más deseada. Por tamaño y materia. Y por los placeres que ofrece. La hermana sonríe al oírlo y nunca dice nada. Porque sabe que el negocio con humor, se lleva mucho mejor.
Jon Uriarte y Tomás Ondarra

viernes, 27 de enero de 2012

SOMBRERERÍA GOROSTIAGA

SOMBRERERÍA GOROSTIAGA
ELEGANCIA MEDIO “LAU”
Con gran vuelo y mejor caída. Así es la txapela de Bilbao. Que la boina es muy digna, pero cuando es txapela ilumina. Que se lo digan a Baroja. O a Unamuno. Como decía este último, “Es prenda honrada que nivela”. Puede llevarla el joven y el anciano. El obrero y el señorito. Pero cuidado, que toda boina es txapela, pero no toda txapela es boina. Así lo apuntó Resurrección María de Azkue atinado y en su día. Recordándonos oportuno, que el vocablo siempre significó “sombrero”. Por eso no es erróneo que, en una sombrerería, la reina sea la txapela, en versión boina bilbaina. Pocas prendas han logrado vestir a tantas cabezas. También hacen gorras y sombreros, quede claro, en el histórico local. Son para damas y caballeros, que quieran llevar testa a cubierto. O para artistas con noches de gala y para obreros de pico y pala. Muy elegantes, por cierto. Doy fe. Pero Carpentier, siendo francés, luce en el escaparate txapela botxera. Porque sabe el botxeador, que tan malo es llevarla a rosca como no llevarla. Lo suyo es buscar el perfecto equilibrio. Por eso, en Bilbao, la llevamos medio “lau”.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

miércoles, 25 de enero de 2012

SORTEO DE LÁMINAS

http://www.alhondigabilbao.com/es/honews-n12

SALCHICHAUTO

SALCHICHAUTO
BILBAO Y SU AUTO LOCO
Puede que nos enamoráramos de Penélope Glamour o de Pedro Bello, según géneros, gustos o cadencias. Y que nos riésemos con Pierre Nodoyuna y su compañero Patán. Pero el “Auto loco” por excelencia en Bilbao, era el Salchichauto. Seamos sinceros, tenía un punto al Papa Móvil, mucho antes de que existiera. Lo digo, por aquello de que llevaba a un hombre de pie en su parte trasera. Que no repartiría papales bendiciones, vale. Pero expendía bocatas, que provocaban sonoras exclamaciones.-¡Lleva dos salchichas!-gritaba sorprendido el cliente. A lo que Pedro, no el Bello sino el Abajo del Río, respondía decidido-¡Es que menos, no da ni para un diente!-. Luego estaba el sabor. Si el Salchichauto hubiese aparcado en Nueva York, los carritos de Gotham hubieran pasado a mejor vida. Va a comparar usted el sabor de los bocatas de Pedro con los plastificados de esas tierras. Tanto por producto, como por tratamiento no tienen parangón.-Están de cine-sentenciaba la parroquia bilbaína en su día. Normal. No en vano, solía aparcar a la vera de uno. Porque lo del Salchichauto no era solo un bocata. Era, un placer de película. Y, siempre, con final feliz.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

38.000 visitantes


martes, 24 de enero de 2012

PUPPY

PUPPY
UN ESCOCÉS VINO A BILBAO
No se llamó siempre Puppy. A veces fue Lagun, Boss, Milú, Blanquito o Troy. Tantos nombres tuvo, como estrellas hay en el cielo. Tampoco fue un West Highland Terrier todo el tiempo. Pudo ser caniche, pastor alemán, bóxer o simplemente, callejero. Pero todos ellos están en Puppy. Por eso es tan grande. Por eso es tan soberbio. Quince toneladas de sentimiento. Me lo contó una tarde, un niño en Mazarredo. Su perro se había ido para siempre. En trece años, solo le dio un disgustó. No ser eterno. Al principió el niño lloró amargamente. Pero fue antes de saber la verdad más evidente. Que los perros de Bilbao no se quedan en la Tierra, ni tampoco van al Cielo. Tampoco es el Limbo su lugar, tras hacerlos enterrar. Ni viven reencarnados, tras ser incinerados. Los chuchos del Botxo, tienen más categoría y mejor acomodo. Ser todos uno. Para formar un campo santo, sin necesidad de cementerio. Donde las flores huelen a vida y están siempre en movimiento. Donde perro y arte son amigos. Y, de paso, compañeros. Así me lo contó aquél niño. El que cada noche se asoma a la ventana, para ver a su amigo. Sabe que Puppy nunca se ira. Por eso no lleva collar. Por eso será eterno.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

lunes, 23 de enero de 2012

POLVORÓN FELIPE II

POLVORÓN FELIPE II
APLASTANDO A UN REY
Dicen que fue homenaje lo del nombre. Pero verte estrangulado y aplastado, a veces con saña, para después ser devorado, no debe de ser plato de buen gusto. Salvo si se es polvorón y monarca. No haré chistes de dobles sentidos por aquello de que, hablando de reyes, el polvorón solo tiene un sentido. Y los reyes también. Así que abandonemos el cotilleo, para pasar a la sustancia. La que llena la boca de esplendor sin necesidad de ser cuantiosa. Un bocado basta para entender la magia. Esa que lleva harina, manteca, azúcar y almendra. La que se envuelve en fino papel, a base de doble trenza y se aprieta con la palma, para darle consistencia. Quizá de ahí le venga el nombre. Al fin y al cabo, Felipe II, era conocido como “el Prudente”. Y prudencia hace falta para comer un polvorón. No sea que la cosa se rompa y acabe por los suelos o en la solapa. Fina metáfora la de este dulce, que no deja de ser como un imperio. Una frágil unión que, por mucho que aprietes, siempre se rompe.
Jon Uriarte y Tomás Ondarra

viernes, 20 de enero de 2012

PINTXOS MORUNOS

PINTXOS MORUNOS
ÁFRICA EN UN PINTXO
Si uno de Bilbao puede nacer donde le da la gana, que es discutible, en Bilbao podrá renacer quien le dé la gana, que se antoja más factible. Además, es lo justo. Y eso vale para personas, animales o cosas. Sean éstas últimas, objetos decorativos, complementos o alimentos. Basta con que entiendan dónde están. Tuvo el pincho moruno ese tino, para cambiar la “che” por la “txe”, al final del camino. Un recorrido que inició en la Melilla de Iturribide, para terminar, allí está aún, en el Iruña del Ensanche. Hamed es el padre, la madre y el espíritu de este producto singular. Porque es probar uno, y necesitar comer un par. Que dos siempre es buen número. Hasta para los pintxos. En el caso de los morunos, a Tomás le recuerdan a su infancia. A un servidor, a la fiesta. Fuera picante o no picante. Y me refiero tanto al bocado, como a la noche. En ambos casos, acompañado de trago largo y refrescante. Que no es cosa buena llenar la tripa sin mojar bien el gaznate. Y luego dirán algunos que no es un planeta Bilbao. Cómo no lo va a ser si, en un solo pintxo, lleva un continente “incorporao”.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

jueves, 19 de enero de 2012

PARQUE DE LOS PATOS

PARQUE DE LOS PATOS
EL PATO QUE NUNCA FUE FEO
-No sé que tiene ese cisne que no tengamos nosotros-Comentó susurrando un pato.-Puede que sea por el cuello, que luce en forma de ese-. Respondió el otro, tras pensar en ello un rato.-¡Veo que sois nuevos en el parque!-exclamó un tercero alado, desde el fondo del estanque. –Aquí, el famoso no es el cisne. Sino el pato-. Sorprendidas las dos aves, le pidieron al viejo ánsar nuevos datos. Y este les contó la historia del parque de Doña Casilda. –No será el Hyde ni el Central. Tampoco estará en Nueva York o en el Londres de Inglaterra-comenzó diciendo el pato. -Eso ya se ve, porque es tirando a pequeño y hablamos de poca tierra -dijo osado, el más novato de los patos.–Pues que las apariencias no te engañen, compañero-sentenció el viejo emplumado-No es uno grande por lo que ocupa, sino por la gente a quien preocupa-. Qué razón tenía aquél sabio ánade botxero. Porque la vida, pone a cada uno en su sitio. De ahí, y por eso, que en Bilbao un pato pueda alcanzar grado de noble. Para qué ser bello cisne o elegante pavo real, por lo tanto, si puedes tener un parque, siendo un pato normal.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

miércoles, 18 de enero de 2012

MOCEDADES

MOCEDADES
MUCHO MÁS QUE TÚ
Los Uranga no son una familia. Son una banda sonora. Siempre lo fueron. Desde que Amaya, Izaskun y Estíbaliz arrancaron con el trío fraternal. Incluso tiempo después, cuando se añadió testosterona y gravedad al asunto, aumentando “Voces” y añadiendo “Guitarras”. No les digo ya lo que fue, al pasar a Mocedades. Desde ese momento, fueron el sonido de lo propio. El orgullo de un rincón de Europa. Ese que sintió que el dos, puede ser uno. Al menos, en la Europa musical. Por eso cantamos con ellos, desgañitados ante la pantalla. Buscando el “tuelf points” y la gloria. Porque aquél “Tú” de eres, era “nosotros”. Por eso compramos sus discos. Para regalar tierra. Y por eso aprendimos inglés, y hasta latín, para seguir versos o temas. Llegados a este punto confesaré que, tras compartir sobremesa con ellos, ya nada es igual. Las cenas ya no son tan plenas, ni las voces tan buenas. Porque ellos no cantan. Tocan en lo profundo. Allá donde no llega el bisturí del cirujano. Al lugar, en el que se guarda el botón que enciende tanto la risa, como el llanto. Al fin y al cabo, siempre fueron familia. Hasta para romperse en Mocedades y Consorcio. Que nunca hubo una sin un roto. Por eso, repasar las fotos del grupo, es repasar las de la familia. Las de la suya y la nuestra. Que, en el fondo, son la misma.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

martes, 17 de enero de 2012

MARIJAIA

MARIJAIA
DAMA DE VIDA ALEGRE
Efímera es su vida. Pero a cambio, es intensa. Marijaia viene a ser la cara B de una Virgen. Adorada y respetada, sí. Pero no por estar en ningún santoral ni vivir en sagrado pedestal. Sino por aceptar en sus abrazos al foráneo y al local. Siempre sin preguntar. Siempre sin exigir. Sus dos únicos mandamientos son: “Disfrutarás las fiestas” y “Respetarás las del prójimo como si fueran las tuyas”. Más allá de la escueta tabla de normas, está su naturaleza. Es, lo que se dice, una dama de vida alegre. Por eso se va con todo el mundo de farra. Sea a los toros, a los concursos, a las barracas o a los conciertos. Por el Arenal o por el Ensanche. Entre txosnas o de hoteles. Porque no le preocupa el qué dirán. Y menos el qué pensarán. Sino el cómo lo pasaremos. El año que viene, me refiero. Que este ya es pasado. O un presente, tan intenso, que no deja tiempo para reflexionar. Por eso, apenas es ceniza, ya está pensando en ser cuerpo. Que es ella mucha hembra, para tan poco fuego. De ahí que cada año, agostado ya Agosto, asome en el Arriaga, teatral y emocionada. Es entonces cuando mira orgullosa al pueblo, abre los brazos al mundo y ofrece a la fiesta su pecho.
Tomás Ondarra y jon Uriarte

lunes, 16 de enero de 2012

ATHLETIC CLUB


ATHLETIC CLUB
WE ARE ATHLETIC

El Athletic es el aitite y el nieto compartiendo bandera. El bocadillo de ama o la bufanda tejida por la abuela. La bota del vecino y el abrazo con el desconocido. La lluvia racheada, entrando por Ingenieros. La mujer que de niña soñó con calzar botas y la hija que lo logró. El último domingo compartido entre padre e hijo, sin saber que sería el último. El primer beso íntimo, rodeados de 80.000 ojos. El escudo al atardecer, al fondo de una calle de bares. El puro fumado por uno, pero compartido por todos. El grito desesperado, la emoción desbordada, la lágrima suelta. Y el placer de placeres. El éxtasis. El rugido del león. El “A por ellos” y el “Beste bat” o el “Athleeeeetic” con bufandas al viento. Los primeros, cortos y rotundos. El segundo, arrastrado con sentimiento. Tal y como es la verdadera felicidad. Así es nuestro Club. De todos y de nadie. Tan singular en filosofía, como plural en seguidores. Tan respetado, como incomprendido. Hay equipos que hacen historia, el Athletic hace leyenda. Y todo, porque un día indeterminado, en un acuerdo no escrito, decidimos seguir un peculiar camino. Donde otros veían el final nosotros veíamos principios. Elegimos ser David cuando todos querían ser Goliat. A la utopía con la épica, pasando por Bilbao. En eso estábamos y aún estamos. Un acuerdo que se mantiene, pese a todo, entre millones de aficionados alejados en lo geográfico, lo político, lo cultural o lo social. Aquel día incierto, elegimos vencer menos pero ganar más. Y entendimos que el Athletic es una cuestión de familia. Lo del futbol, créanme, es secundario.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

ESCUDOS DEL ATHLETIC

ESCUDOS DEL ATHLETIC
BÉSAME POCO

No quiere besos. Prefiere respeto. Que la cosa lleve menos baba y más sentimiento. Así es el escudo del Athletic. Y así fue siempre. Desde que el mundo es futbol. Elegante diana azul primero y corazón rojiblanco después. Centenaria vida, de variados y geométricos aspectos. Bandera al viento o escudo quieto. A veces con balón y abrazando. Otras sin él, para ir avanzando. Luciendo azul o guardándole ausencia. Casi siempre mostrando puente y villa. Y, a veces, pareciendo insignia o hebilla. Como en el 10 y en el 13. Cuestión de modas. Incluso de colores. Cambiado el uniforme, repintó su alma blanca. Del azul al rojo. Y añadió árbol y un poco de verde. El de la tierra. El color de la esperanza. La del casi, la del año que viene, la del no importa mientras seamos y estemos. Tiene nuestro escudo, mucho de leyenda. No en vano, estuvo en todas las batallas. Desde que el planeta es balón y el futbol es redondo. Protegiendo a un equipo, a una afición y a un pueblo. Por eso no quiere besos. Que algunos son de Judas. Él prefiere respeto. Y compromiso. Con una forma de ser y de estar. Con un Club, nacido para ganar. Sean trofeos o aplausos. Sabe nuestro escudo que, como su hermana bandera, donde más luce es donde no hay viento. En el corazón del león. Donde el pálpito es noble y sincero. Por eso preferirá, ahora y siempre, el respeto al simple beso. Sea jugando en el verde, sentado en la grada o en el último rincón del universo.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

viernes, 13 de enero de 2012

LOS MITOS

LOS MITOS
LA DIFÍCIL SENCILLEZ
Ser de Bilbao y mito no tiene mérito. Es intrínseco. Pero subrayarlo a base de guitarra con cables, en la Villa de los sesenta, se antoja épico. Cuando no mítico. Tony Santiesteban solista, Carlos Zubiaga a la guitarra y los teclados, José Ignacio Millán al punteo, Paco García en la batería y Oscar Matía Sorozábal en el bajo. Cinco eran cinco, que para cuarteto ya estaban los Beatles. Comenzaron un tanto “Famélicos”, allá por el 66. Y, a base de acertadas notas, engordaron el orgullo botxero, para convertirse en grandes “Mitos”. En los setenta llegaría un maño, Fernando Brosed de nombre, para poner voz al grupo, tras la marcha de Tony. Esos son los datos. Pero el pentagrama de sus vidas tiene muchas más líneas. Tantas, como éxitos tuvieron. Cosa que no siempre fue sabido.-¿Qué son de Bilbao los Mitos?-preguntaba extrañado, más de uno y de una, cuando la radio les pinchaba. Pues sí, bilbainos y bilbainas, que se sepa hoy y siempre, que fueron los famosos Mitos un gran grupo botxero. En realidad, siguen siéndolo. Porque las canciones podrán durar tres minutos. Pero su recuerdo dura toda la vida. Basta con cerrar los ojos y abrir los oídos. De verdad, créanme, como dicen ellos, “es muy fácil, si lo intentas”.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

jueves, 12 de enero de 2012

LICOR DEL POLO

LICOR DEL POLO
TXIRENE ICEBERG

Don Salustiano nació en Briones, porque se le pasó nacer en Bilbao. Que andaba el hombre muy liado y pensando, ya entonces, en qué hacer tras la primera bocanada de aire. La que nos da la vida. Lo arregló viniéndose a vivir al Botxo en cuanto pudo. Una vez situado, montó un Balneario permanente en la villa. Su eslogan, “Baños hidroterapéuticos a la altura de los mejores de Europa". Doce bañeras de mármol tenía y dos cuartos de duchas, con agua caliente y fría. Pero no fue famoso por eso aunque, según dicen, tamaña empresa lo merecía. Sino por un licor que no emborrachaba, pero a todos agradaba. Sobre todo, a las narices del prójimo. Que al fin y al cabo era quien lo olía. Licor del Polo llamó al invento y así por todos es conocido. Lo que poca gente sabe, es que su inventor fue un hombre de carácter singular. Aun más fuerte, incluso, que el popular elixir polar. Ateo convencido, a su familia desheredó. Dicen, quienes de esto tienen datos, que fue porque eran beatos. Y él, no. Para nada, oiga. Era ver a alguien rezar y se ponía a blasfemar. Al fin y al cabo, podía lavarse la boca y borrar el olor a insulto cuando quería. A tanto llegó su convicción atea, que dejó dinero tras su muerte, para crear escuela de beneficencia. Siempre y cuando, eso sí, eliminasen la religión y apostasen por la ciencia.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

miércoles, 11 de enero de 2012

LA OTXOA

LA OTXOA
CUANDO LA RÍA SE HACE CARNE
De José Antonio a la Otxoa, hay la misma distancia que del río a la ría. Su apellido empieza con “N” de Nervión. De ahí que el cambio de género sea en ellos tan natural como fluvial. Depende de cómo vengan las aguas y de la hora del día. Algo que no gustó en tiempos pretéritos, a las mentes obtusas de manos rectas. Como sería la cosa antaño, que acabó en comisaría. Solo por ser diferente. Por buscar liberación, entre tanta opresión. Tamaña injusticia, le animó a tirar de sarcasmo e ironía. La Otxoa es a Nielfa, lo que Marleen es a Marlene. La mitad más famosa. La más nocturna y peligrosa. Pero una, no puede entenderse sin la otra. Ni Bilbao, sin ambas. Ella ha puesto himno a todo lo que somos y a lo que negaremos que alguna vez fuimos. Y él, José Antonio, la mantiene como una reina. No es cosa fácil. De ahí sus negocios y sus constantes sudores. Como todo buen amante, sabe que no hay amor más grande que el amor sincero. Cueste lo que cueste. Por eso la Otxoa se quiere. Porque se sabe irrepetible. Al fin y al cabo, siempre tiró del amor de los amores. Del amor propio. La Otxoa es el último juglar de Bilbao. Lo reconoceréis fácilmente. Va vestido de mujer y un hombre es su guía.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

martes, 10 de enero de 2012

LA LOCA DE ARRIKIBAR

LA LOCA DE ARRIKIBAR
MISTERIOSA PENÉLOPE
Dicen que la canción escrita por Perales, y cantada por Mocedades, no nació pensando en ella. Pues no será, pero lo parece. Otro misterio que sumar en torno a esta intrigante dama. Tampoco fue, por otro lado y a decir verdad, tan bello su estar, ni tan novelesco su desamor. Hay quien asegura que el hombre de sus ojos no fue verdugo, sino víctima. Que, ser querido sin querer, también duele. Además, hay quien pide que la olvidemos y pasemos página por el bien de ella y de los suyos. Que no debe ser plato de buen gusto llevar el San Benito de la locura. Pero, cuando la leyenda gana a la historia, la verdad es secundaria. Y, a veces, hasta nos molesta. Por eso sigue ahí. Sentada sola, en un banco del imaginario compartido. Esperando al amor que no llega, mientras teje su destino. Al fin y al cabo, si algo tuvo siempre, fue tiempo y lana. El final no fue el esperado. Pero tampoco es eso raro. Este tiempo prestado, que llaman vida, ni es lógico ni tiene sentido. Más loco es el que no persigue un sueño, que el que aguanta pesadilla. De ahí que la dama de Arrikibar no estuviera loca. Al menos, loca de amor. Porque eso, es paradoja. Ya que el amor sin locura, ni es amor ni da ternura.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

LA ALHONDIGA

LA ALHÓNDIGA
DE HYDE A JEKYL
La sangre reseca que impregna sus dedos se oscurece bajo las uñas. La víctima está a punto de llegar. Así que se sienta y espera. Las voces suenan cerca. Es un grupo. Mejor. También en eso es un asesino diferente. Los prefiere a las parejas o a los tríos. Decidido, sale de las sombras y ataca. El grupo se dispersa presa del pánico. Y su víctima se queda sola. La luz de la ventana se refleja en el filo, justo en el momento en que realiza una parábola lateral. Con un golpe seco, acaba clavándose en el estómago de la víctima. Todo ha acabado. Suena una sirena. Objetivo cumplido. Seis mujeres y cuatro hombres apuñalados y otros cien aterrorizados. Ha sido un buen día. Es hora de cambiarse y desmaquillarse. Le gusta este trabajo. Quién le iba a decir a él que un día acabaría haciendo de Jack el destripador en “El Pasaje del Terror”. Solo hay un pero. No hay forma de eliminar la pintura roja que se queda bajo las uñas. La verdad, es que parece sangre. Y, en el fondo, le gusta.
El Pasaje del Terror fue una atracción de feria que acogió La alhóndiga en 1988 y que aterrorizó a bilbainos y visitantes. Tras ser almacén de vinos y objeto de proyectos varios, el emblemático edificio acogió todo tipo de actividades. Hasta que, por fin, resurgió cultural y hermosa. Pero todos tenemos un pasado. Hasta las alhóndigas.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

lunes, 9 de enero de 2012

Entrevista Periódico Bilbao

JABÓN CHIMBO

JABÓN CHIMBO
POMPAS DE TOFFE
Tiene aspecto de caramelo. De Toffe para ser precisos. O de Toffee, puestos a ser puntillosos. Pero no le hinquen el diente. Es un consejo. Yo lo hice y aun me arrepiento. Porque el Chimbo no es jabón. Es “el Jabón”. El que ha frotado cuerpos y cabezas de varias generaciones. Daba igual que fueran ricos, clases medias o pobres. Nunca hizo distinciones. Lo suyo era rascar mugre, hasta dejarnos brillantes. Lograrlo no era fácil. Y por eso nos quejábamos los infantes.-Ay, vale, valeeeee!-protestaba el niño.-¡Si es que no sé dónde has metido estas rodillas!-argumentaba y criticaba la madre. Pero el jabón seguía a lo suyo. Sin inmutarse. Sin desgastarse. Conozco pastillas de Chimbo, que han vivido más años que muchas personas. Adquiriendo formas caprichosas. Desgastadas por los lados. Modeladas por el uso y el tiempo. Pero ahí siguen. Impertérritas. Dispuestas a seguir limpiando, allá donde les dejen. Incluso, si se tercia, pueden llegar a ser receta. Por ejemplo, para el acné y el grano traidor adolescente. Lo sabemos, certifico, algunos y algunas por experiencia. Le debemos triunfales citas por lograr buena presencia. Frota duro el Chimbo, eso es cierto. Pero, frota siempre con cariño.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte

GUGGENHEIM

GUGGENHEIM
DE BILBAO, BILBAO
Siendo ausencia nos conocimos y ya entonces apuntaba maneras. Pero apenas tuvo esqueleto, desaparecieron las escasas dudas. Era como una gigantesca maqueta, que cada día era más bella. Es lo que sucede, cuando el arte envuelve al arte. Que se contagia de hermosura y debate, a partes iguales. Y más, cuando se elige buen sitio. No hablo solo del terreno. También está lo que lo ocupa. O lo ocupó en su día. Unas viejas vías y muchos contenedores, un pequeño parque y varios hangares, una concurrida gasolinera y algunos solares, una famosa clínica...y el Guggenheim. Porque siempre estuvo allí. Barco soñado por un pueblo, que buscaba nuevos rumbos. Muchas voces criticaron aquella aventura. Pero solo al principio. La mayoría, si no todas, se pegan ahora por seguir su estela. Siempre que me preguntan sobre si es mejor el continente que el contenido, respondo lo mismo. Quienes tuvimos el placer de subir a su techo sabemos que, esa, es su mejor parte. Porque desde allí arriba puedes ver en el horizonte el presente y pasado de tu tierra, mientras tienes bajo tus pies su futuro. El Guggenheim es la demostración de que, en la vida, es conveniente mirar hacia el frente sin dejar de mirar hacia el suelo.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte