-No sé que tiene ese cisne que no tengamos nosotros-Comentó susurrando un pato.-Puede que sea por el cuello, que luce en forma de ese-. Respondió el otro, tras pensar en ello un rato.-¡Veo que sois nuevos en el parque!-exclamó un tercero alado, desde el fondo del estanque. –Aquí, el famoso no es el cisne. Sino el pato-. Sorprendidas las dos aves, le pidieron al viejo ánsar nuevos datos. Y este les contó la historia del parque de Doña Casilda. –No será el Hyde ni el Central. Tampoco estará en Nueva York o en el Londres de Inglaterra-comenzó diciendo el pato. -Eso ya se ve, porque es tirando a pequeño y hablamos de poca tierra -dijo osado, el más novato de los patos.–Pues que las apariencias no te engañen, compañero-sentenció el viejo emplumado-No es uno grande por lo que ocupa, sino por la gente a quien preocupa-. Qué razón tenía aquél sabio ánade botxero. Porque la vida, pone a cada uno en su sitio. De ahí, y por eso, que en Bilbao un pato pueda alcanzar grado de noble. Para qué ser bello cisne o elegante pavo real, por lo tanto, si puedes tener un parque, siendo un pato normal.
Tomás Ondarra y Jon Uriarte
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