LOS TRICICLOS DEL PARQUE
CENTAUROS DE BILBAO
Centenario y de estilo romántico era su recorrido. Muy frondoso y aun más colorido. Por tener hasta tenía, aun tiene, su propio mar interior. Nació de la generosidad de Doña Casilda Iturriza y de la mente del arquitecto Ricardo Bastida y el ingeniero Juan de Eguiraun. Lo que denota origen de alta alcurnia. Que no es cuestión de pedalear por pedalear. Y menos, en un recorrido vulgar. Era la carrera de entonces, prueba completa y variada. Con etapas entretenidas y barquillos y bocatas por avituallamiento. Todos sus puertos eran de primera. Allí segundones, nunca había. Que eso es de gente sin fuste. Por culote, pantalón corto y por maillot, flamante tabardo. En lugar de bicicleta, tirábamos de oxidados triciclos. Que aportaban equilibrio y añadían señorío. Pedalear en ellos no solo acercaba destinos. También enseñaba a elegir buen camino. Que la vida no es sino un mover rueda, a golpe de esfuerzo e ilusiones y a merced de la suerte y las condiciones. Por eso fuimos centauros, antes de ser mayores. Porque hay que vivir fantasías siendo niño, para enfrentarse después a las realidades.
Jon Uriarte y Tomás Ondarra
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