lunes, 6 de febrero de 2012

TURRONES IVAÑEZ

TURRONES IVAÑEZ

LA CASA DEL TURRÓN

Hay títulos que se ponen sin medida. En el caso que nos ocupa, es todo lo contrario. Se pecó de humildad. Y mucho. Porque aquello no era portal, sino casa. Y si me apuran, hasta mansión. No tanto por el continente, que no, sino por el contenido. En este rincón de Bidebarrieta el olor a turrón todo lo envolvía. Paredes, suelo y aire. De ahí que la chiquillería recorriera calles y callejones, esquivando charcos y piernas de mayores. Buscando el camino, a golpe de nariz. No era fácil, créanlo. Porque aquél puesto, oda al dulce, era de carácter inquieto y espíritu movido. Todo fuera por sobrevivir y crecer. Pero acabábamos por encontrarlo siempre. Incluso llegamos a hacerlo, bajo la lluvia de Diciembre. Porque mazapanes hay, hubo y habrá muchos. Pero con cuerpo de pequeño perro y sabor a nube, pocos o ninguno. Al menos, como aquellos que aquí refiero. Cierto que ayudaba al encantamiento el peculiar entorno. Gente con castañas asadas, globos de calzados La Palma y bolsas de una y mil tiendas. El universo habitual de un garabato llamado Siete Calles. Allí decidió Don Miguel dar cobijo a sus figuras de Jijona. Que no será el famoso de Belén, pero un portal de Bilbao es buena opción también.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

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