jueves, 23 de febrero de 2012

GRILLOS


GRILLOS

CONCIENCIA SIN PEPITO

No sé si saben que los grillos, además de ser conciencia pinochesca, pueden servir para calcular la temperatura ambiente. El total de grados centígrados será igual al número de cantos por minuto, dividido entre cinco y restando nueve al resultado. Ahí queda eso. No será la de la relatividad, pero la fórmula tiene su aquél. Una advertencia: Los grillos de Bilbao no hacen cri-cri. Al menos, no como los del campo. Puede que sea porque no son machos buscando hembra. O porque no lo necesitan. Les basta con tumbarse en un plato para atraer al personal. Tanto a ellas como a ellos, que igual le da. Comensales, me refiero. Porque serán de aspecto humilde, pero tienen mucho éxito entre la parroquia bilbaina. Cómo será la cosa, que podríamos sentenciar, aquí y ahora, que es el más autóctono de nuestros pintxos. La difícil sencillez hecha bocado. Un poco de verde, un poco de blanco y un toque amarillo. Sus tres colores básicos. La lechuga, le da frescura. La cebolleta, picante dulzura. Y la patata, seriedad y contundencia. Lo suyo es comerlo entero. De una vez. Cerrando dientes y tirando de palillo. Que no es pintxo que exija paciencia. Si no cabe en boca, será problema del cliente o exceso del tasquero.-¿Vamos a por grillos?-Quien escuche esas palabras en Bilbao, que no crea que va al campo. Va de bares. Tampoco es tan raro. Al fin y al cabo, no deja de ser senderismo.

Tomás Ondarra y Jon Uriarte

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